Una
pintura suele ser plana. Puede no serlo, pero o bien es isomorfa a un
plano o poco de pintura tiene. La escultura es la materialización de
la "pintura 3D". La música no puede salir del espacio
sonoro al igual que las ondas vibratorias que dan lugar a la escala
no pueden transformarse en otra cosa ¿o si?
La
evolución está presente pues es inherente al tiempo que todo lo
inunda. Pero para esclarecer dimensiones primero debemos situarnos
en una de ellas, contemplarla para estudiarla, observarla para
disfrutarla, entenderla para poder asumirla y proseguir la búsqueda
hacia nuevas dimensiones. Hablo de tantas cosas o de ninguna, aunque
siempre en contexto: el videojuego ha estado evolucionando desde hace
décadas para seguir puliendo qué posibilidades expresivas otorgan
movimiento al sentimiento, a la reflexión, qué posibilidades ofrece
un videojuego como arte. Sigue evolucionando, aún no ha alcanzado la
cúspide como pudiese haberlo hecho la fotografía, el cine, la
pintura, la escultura, la literatura, la música, la arquitectura o
la danza.
Y
sí, a pesar de la mejora en los materiales de construcción, a día
de hoy la gravedad impone las normas básicas que rigen la limitación
estructural. Y lo efímero son modas.
Sin
embargo, el videojuego está aún evolucionando hacia una forma
definitiva por explorar, pues tecnológicamente sigue creciendo. Es
cierto que existen fases estancas en el proceso como pueden ser, y de
la que estamos muy próxima, la representación visual fidedigna de
la realidad a simple vista y su posterior implementación en nuestro
sistema sensorial. Pero es por esto que no terminará hasta una
inmersión tan sumamente profunda que nos resulte extrañamente
posible no distinguir realidad y virtualidad de nuestras
experiencias.
¿Qué
sucede si un individuo pasa los últimos años útiles de recuerdos a
medias entre el mundo virtual y la realidad? ¿No es igual ponerse
unas gafas para entrar en el mundo real que quitárselas para entrar
en el virtual o viceversa?
Esa
es la meta que tiene el videojuego como industria, la inmersión tan
profunda que la creas realidad. ¿De cuánto tiempo hablamos?
¿Décadas? ¿Siglos? En el vertiginoso salto del microtransistor al
microempleo pasando por las macroempresas todo es posible, incluso el
libre albedrío.